Más allá de la línea


Si cada espacio posee unas características y particularidades que lo singularizan, intervenir en él es un modo de interrogarlas entablando, así, un diálogo con el propio lugar.

En el Palacete del embarcadero de Santander todo gira en torno al mar, y aunque ahora su visión desde el interior ha sido clausurada, éste sigue siendo su referencia.

La línea del horizonte es, por tanto, el eje vertebrador del proyecto ya que une, conceptualmente, ambos espacios.

Así pues, una línea pintada, paradójicamente una ilusión óptica como el propio horizonte, recorre toda la sala abriendo sus muros a otra realidad, podría decirse que los desmaterializa, relacionando interior y exterior, arquitectura y paisaje, ilusión i realidad.

El estatismo de este lugar, simétrico y regular, es aprovechado como elemento integrador ya que los cuatro paredes operan como puntos cardinales, coordenadas espaciales,  de un todo indivisible e interrelacionado.

En los frisos del plano superior, la línea sigue siendo el motivo central repitiendo exactamente la misma estructura que en el plano inferior, como si de un reflejo de éste se tratara, y dividiendo la sala en dos estadios diferenciados. Cada friso es cromáticamente distinto creando una secuencia alusiva a las etapas de la luz solar. Sugerencia de transito, el color es luz.

 





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