Un instante

Una ruina, esto es en la actualidad el antiguo parque de atracciones de Montjüic. Un lugar cargado de recuerdos pero exento de vida, de pulso vital. Un lugar desprovisto de toda utilidad o función donde nada se mantiene en píe excepto el recuerdo. Un mero signo del paso del tiempo, un rastro de la fatalidad.

Mediante la intervención pictórica contraponemos lo construido, el orden, a la ruina y el caos. Creamos una ilusión y procuramos, con la presencia del espectador, dar sentido de nuevo al lugar.  Pero todo ello no será más que un vano intento, un puro espejismo que tan solo constatará lo irremediable: la pérdida.

Contra este destino ineludible, la intervención pictórica intenta fijar el presente,  detener el tiempo; ni pasado, ni futuro, sólo un instante.

El espejo (aluminio pulido) nos saca del hechizo. Jugando su papel especular nos devuelve insistentemente nuestro reflejo, y el de la ruina circundante, como prueba irrefutable del paso del tiempo y de nuestra realidad perecedera anulando, así, la pretensión pictórica de detener-retener el tiempo. Expuesta a la intemperie, la obra  irá deteriorándose hasta convertirse ella misma en una ruina. Cumplirá su ciclo y perecerá quedando únicamente vivo su recuerdo; por un instante.

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